ARTICULO
EL MARKETING PERSONAL: CUANDO LA MARCA SOY YO*
Antes éramos seres
anónimos y la distinción, la marca, era por lo general mal recibida porque
indicaba que las cosas no iban por buen camino. Se marcaba a los convictos, a
los esclavos y se utilizaban signos distintivos en el vestido para singularizar
algunas profesiones, era mejor pues pasar desapercibido. Ahora, si no somos
visibles no transmitimos una propuesta de valor y pasamos a ser translúcidos
para los demás, estar sin ser visto es la forma más común de no estar. Como
profesionales de lenguas modernas nos debemos distinguir por proyectar siempre
una imagen positiva, que nos permita tomar el control de nuestra mejor carta de
presentación, para así convertirla en una excelente herramienta de liderazgo.
Si sabemos que los
demás toman decisiones basándose en las primeras impresiones debemos
asegurarnos de que lo que transmitimos con nuestra imagen es lo adecuado. La
imagen, o en definitiva, la ropa y los accesorios que llevamos crean un código
de comunicación no verbal muy potente. Lo que llevamos envía a los demás un
conjunto de información sobre nosotros. Todos somos y dejamos marca. Así que
nuestra imagen debería comunicar: quién somos, qué podemos ofrecer y hacia
dónde queremos ir. La visión que los demás tienen de nosotros puede
corresponderse con lo que realmente somos, nuestra identidad, o no. Así de
pronto todos tenemos una zona secreta que solamente cada uno de nosotros conoce
y que esconde habilidades, talentos, conocimientos y experiencias que si
nosotros no queremos nunca verán la luz.
Los objetivos, las
metas, los sueños y los proyectos son elementos definidores de la marca
personal que tienen una proyección a largo plazo, nos identifican y nos
distinguen de los demás. Para ser reconocidos y memorables es necesario
ser consistentes con lo que decimos, hacemos y comunicamos. Las personas
estamos en continuo movimiento, la vida es movimiento y cambio y la marca
personal no es en absoluto ajena a esta circunstancia. Siempre ha habido personas que han gestionado
su marca, que se han ocupado en transmitir correctamente su mensaje para que
los demás pudieran captarlo y así convertirse en conocidos, memorables para al
final ser los escogidos para una finalidad, tarea o misión concretos. Posicionar
la marca personal es poner en conocimiento de nuestro entorno información
suficiente para que lo que este ve de nosotros sea, como mínimo, una imagen
fiel de lo que realmente somos.
Nuestra sociedad pide
personas comprometidas y decididas en la aportación de valor. La persona, cada
uno de nosotros, se ha vuelto más significativa, más relevante e independiente
y por ello capaz de trabajar de manera autónoma por lo que el fortalecer la marca de cada uno ha pasado a ser una
necesidad en aumento. Muchas empresas centran sus esfuerzos en actividades
tradicionales del marketing como la promoción, la publicidad, las relaciones
públicas. Todo eso está muy bien, pero tal vez esas mismas empresas olvidan que
uno de sus mejores activos de marca es su gente, sus profesionales. No importa
cuál sea el sector, la construcción de una gran marca requiere que todos los
profesionales de la empresa se conecten con la marca corporativa y comprendan
la importancia de caminar juntos para lograr objetivos.
Los profesionales de
lenguas modernas debemos asumir grandes
retos y estar preparados para contribuir en la construcción de una marca
corporativa cuando así el mercado lo requiera dentro del desarrollo de una
organización, son retos que nos obligan
a estar más comprometidos, conectados, motivados y tener un nivel de proximidad
emocional con el trabajo. Es evidente
que una marca fuerte requiere el compromiso de cada uno de los profesionales de
la compañía, y esto solo se consigue integrando las marcas personales con la
corporativa. De ahí que los profesionales, sean el mejor recurso del que pueda
disponer cualquier organización.
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